¿Buscando la manera de hacerte entender?

Nos pasa en casa, en la calle, en el trabajo… con la pareja, con los hijos, con el jefe… ¡hasta con los desconocidos! Y después esa sensación de no haber sido claros, de no haber conseguido decir lo que queríamos, como si no nos entendieran o si pareciera que hablamos en otro idioma.

Da igual que sea pidiéndole a tu hijo por enésima vez que deje el móvil o a tu compañera que no te va bien cambiarle el turno o pidiendo que te corten el pelo como a ti te gusta, no importa lo relevante que sea… la cuestión es esa sensación de no lograrlo, de que parezca imposible que sólo con decirlo pueda suceder.

Vivimos en una paradoja que casi parece un mal chiste, nos pasamos todo el día comunicándonos y, sin embargo, uno de los principales motivos de queja en la familia, en la pareja, en el trabajo, en la sociedad… es la falta de comunicación, la sensación de incomprensión y los consecuentes sentimientos de soledad y frustración.

Buenas noticias: podemos conseguirlo. Sí, imagina ahora esa sensación de satisfacción, de sentirte bien después de haberlo dicho, de pensar incluso que te han escuchado  ¡que te han entendido!

Si eres de los que te apetece un cambio, salir de la masa gris que no se toma el tiempo de buscar una alternativa positiva a este embrollo de incomunicación y malestar ¡este es tu curso! Ven,  te divertirás y descubrirás qué es lo que falla y cómo lo podemos superar juntos.

No es magia, es inteligencia emocional y comunicación consciente. En Potencia tu Comunicación vamos a hablar de las dos cosas. Hablar y practicar, porque se trata de un curso dinámico y vivencial para conocerte un poco más y desarrollar tu potencial conectando con tu esencia.

Anímate, te espero.

Descubre lo que tus palabras dicen de ti.

¿Tienes idea del efecto que tus palabras causan en los demás? Esta reflexión podría ser un punto de inflexión para plantearnos si deberíamos moderar nuestro discurso o también una vía para medir nuestro grado de empatía. Pero esta no es la pregunta que me planteo hoy, sino más bien ¿tienes idea del efecto que tus palabras causan en TI?

Aunque la comunicación es mucho más que palabras, también es cierto que el lenguaje verbal es la representación más evidente de aquello que queremos expresar. Desarrollamos nuestro vocabulario incorporando palabras que vamos aprendiendo a partir de imágenes o conceptos abstractos. Estas palabras son como las etiquetas que ponemos en los frascos para recordar lo que hay en su interior. Y esta es una cuestión clave para mí, porque suele ser frecuente que al llevar mucho tiempo utilizando la etiqueta ya no nos planteamos si el contenido del frasco sigue siendo el mismo o si así está bien rotulado.

Me explico, supongo que un día en mi niñez vi un árbol por primera vez y algún adulto de mi entorno, mi padre, una profesora… dedicaron un tiempo a que, mediante la repetición, yo asociara esa imagen a la palabra “árbol”. Ahora, con los años, casi todos los elementos de la naturaleza con un tronco, ramas y hojas para mí son árboles, y es probable que si algún botánico me oye refiriéndome así a algún espécimen de arbusto o mata, se lleve las manos a la cabeza. Dada mi escasa relación con botánicos y jardineros, esta cuestión puede tener poca transcendencia en mi vida cotidiana, sin embargo… piensa un momento ¿cómo aprendiste palabras como “libertad”, “amor”, “maldad” o “amigo”? ¿Qué contiene el “frasco” cuya etiqueta es alguna de esas palabras?

Seguramente, encontraríamos un cóctel de lo que te explicaron los adultos de tu infancia, mezclado con algunos conceptos académicos que estudiaste y aderezado con tus propias experiencias y reflexiones personales. Y esta es una de las principales causas por las que la comunicación resulta tan compleja; aparentemente utilizamos palabras que convenimos que quieren significar una determinada idea, incluso en caso de duda podemos consultar un diccionario, pero, en el fondo, mi palabra “pareja” o “hija” o “fidelidad” tiene un sentido singular y a la vez lleno de matices, y con ella trataré de expresar y experimentar lo que para mí representa.

Y hablo de “experimentar” lo que para mí representa, porque ese es un efecto determinante de nuestra comunicación. A saber, con nuestras palabras no sólo tratamos de representar la realidad que percibimos, sino que de hecho la creamos. Tal y como describen el efecto Pigmalión o la Profecía autocumplida, el adjetivo que elijamos para calificar un acontecimiento que va a suceder va a condicionar nuestras expectativas y por tanto la experiencia resultante. Así creamos también nuestros recuerdos y aquel encuentro que fue agridulce, después de relatarlo a amigos y conocidos como una tragedia, acaba siendo un encuentro dramático que preferimos ni mencionar.

Así que llegados a este punto de la reflexión, es el momento de volver a la pregunta que hoy planteo. Para responderla tendremos que empezar por reconocer que ya nos hemos dado cuenta de que en nuestro interior hay un discurso incesante; durante todo el día nos podemos encontrar teniendo conversaciones imaginarias con personas que no están presentes, dándonos sermones o compadeciéndonos por nuestra mala suerte. Así es como condicionamos nuestra experiencia vital, porque ya sabemos que esos pensamientos generan emociones. La  comunicación consciente nos invita a traer a la superficie ese discurso, revisar los contenidos de nuestros “frascos” y empezar a crear la realidad que queremos vivir y compartir ¿Te apuntas?

Café, fotografía y… ¿Comunicación?

Pues sí, el café, la fotografía y la comunicación tienen algo en común que puede afectar seriamente a su calidad ¿Ya has descubierto de qué se trata? Correcto, se trata de los filtros. Como en el buen café y en la fotografía de calidad, la clave en la comunicación también reside en la buena elección del filtro.

La comunicación es algo cotidiano y permanente en nuestras vidas, por eso en ocasiones cuesta pararse a pensar en la cantidad de decisiones que tomamos mientras nos estamos comunicando. Decidimos cuándo nos comunicamos, con quién, en qué lugar… eso con suerte, porque muchas veces lo que hacemos es expresar lo primero que nos viene a la cabeza, con quien sea ¡y en el lugar menos indicado! Y es que a veces las emociones nos secuestran y nos cuesta darnos cuenta de cómo podríamos haberlo hecho mejor hasta que ya es demasiado tarde.

Dedicar tiempo a conocer y comprender nuestro estilo de comunicación, a descubrir cómo funciona el proceso mientras nos comunicamos y a practicar un tipo de comunicación más efectivo es una de las mejores decisiones que podemos tomar. La formación en Comunicación Consciente es tu aliada para tomar el control de tu comunicación y disfrutar de una expresión más auténtica ¿Te apuntas?

La Comunicación Consciente: expresión y desarrollo de nuestra esencia.

La comunicación es inherente al ser humano. Comunicar no es algo que hacemos, es lo que somos: No podemos no comunicar.

La comunicación, además de nuestro medio de expresión, es nuestro medio de relación. Crecemos a través de nuestra comunicación y nuestras relaciones se desarrollan también a través de ella. En numerosas ocasiones, la comunicación deficiente o la ausencia de la misma, es la principal causa de malestar y dificultades en nuestras relaciones personales y profesionales.

La comunicación no sólo expresa nuestra percepción de la realidad, sino que de hecho la crea. La forma en que expresamos nuestras ideas, experiencias y juicios pone de manifiesto nuestros deseos y temores; y, como explica el fenómeno de la profecía autocumplida, las palabras elegidas se proyectan en nuestras expectativas, para acabar manifestándose en nuestra realidad.

La comunicación consciente pertenece al momento presente. Es un medio y un fin en si misma. Podemos reconocerla porque:

  • Es clara, sincera y respetuosa.
  • Nos conecta con nuestros sentimientos.
  • Permite descubrir patrones y creencias inconscientes.
  • Nos ayuda a superar las barreras de comunicación.
  • Facilita la escucha empática.
  • Es un ingrediente esencial en las relaciones sanas y positivas.

Por eso la comunicación consciente se revela como una vía primordial para el autoconocimiento y el desarrollo personal. Es una comunicación necesaria y muy valiosa en la familia, en la pareja y en el entorno laboral. Para las personas, cuya profesión está relacionada con la atención, orientación y/o el cuidado de otras personas, es una herramienta esencial.